jueves, 13 de junio de 2024

Semana belgraniana

 

Dos textos belgranianos sobre virtudes cívicas

En la semana belgraniana compartimos dos textos belgranianos sobre dos virtudes cívicas que le preocupaban y que hoy siguen teniendo igual o incluso mayor vigencia que entonces, expresadas en su correspondencia con Güemes, otro patriota con el que compartía estos ideales.

La sinceridad, que es un aspecto de la lealtad

 “Me honra V. demasiado con el adjetivo virtuoso: no lo crea V., no lo soy; me falta mucho para eso: tengo sí buenas intenciones y sinceridad y cuanto me digo amigo y conozco méritos en el sujeto, lo soy y lo seré siempre, como lo soy de V., porque estoy al cabo de sus incomodidades, desvelos y fatigas por la empresa en que estamos, sin embargo de que me han querido persuadir lo contrario, no los doctores, hablo la verdad, sino una lengua maldiciente que V. conoce, para quien nada hay bueno; que en cuanto vino de ésa me hizo la pintura más horrenda, que a no conocerlo Yo, como lo conozco tiempo ha, me habría causado mucho disgusto. Me parece que no necesito decir a V. quién es con sólo decirle que no sé cómo la Provincia ha depositado en él su confianza. Es preciso no haberlo tratado para no estar al alcance de su fondo. No diré que sea ladrón, pero sí el hombre mas a propósito para revolverlo todo, injuriar a todos y a pretexto de hablar verdad satisfacer sus enconos y a mi entender la envidia que le devora. Supongo que los cuatro hermanos son lo mismo y de los dos más que andan por acá, aunque no han hablado conmigo, sé también lo que han dicho. Sirva esto para precaución y no dejarse alucinar de los hombres que se dicen de probidad, fundándola en degradar a los demás y queriendo hacer creer con el cuento, con el chisme, contando las debilidades de los otros que ellos son los únicos”. 18 de noviembre de 1816.

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El desgobierno por egoísmos particulares

“Deseo a V. buena salud y constancia en sus trabajos para que salgamos bien con esta empresa, de que alguna vez casi quiero desesperar al ver nuestro miserable estado físico y moral; puede que la Providencia quiera apiadarse de nosotros algún día. Crea V., compañero, que tengo mi ánimo muy afligido y más cuando veo que nuestros sabios reunidos no dan el gran paso que promoví desde que llegué: se contentaron con declarar la independencia, acto insignificante si no era acompañado de la forma de Gobierno, pues que ya la teníamos de hecho y después no han dado un paso a constituirnos, dejando a los amigos del desorden en sus mismos caminos y prestándoles oído a sus opiniones tan ridículas, como imposibles de ejecutarse”. 10 de octubre de 1816.

 

 

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