Augusto R. Cortazar
Bautizo
Si el pueblo,
la capilla o el misionero están cerca, se piensa pronto en el bautismo no sólo
por motivos religiosos: es también sabido que guagua que muriera sin bautismo
puede convertirse en el Duende o en el Pombero. A veces las madres recorren
largas distancias para cumplir con el sacramento, sobre todo si el niño llora
con exceso, pues atribuyen el llanto a que reclama el bautismo; a falta de
sacerdote, personas autorizadas o de prestigio notorio administran “l'agüita de
socorro a la guagua”. En oportunidad del bautizo se establece un vínculo entre
los padres y una pareja, elegida para padrinos de la criatura: es el
compadrazgo, institución de gran predicamento en todo el país. Los compadres se
respetan entre si, se consultan y aconsejan con cariño y consideración tan
vivos, que superan el parentesco mas estrecho. En Santiago del Estero y todo el
Noroeste, se llaman con las palabras quichuas que corresponden a “padrino” y “madrina”:
el cumpa y la cuma, en cuyo uso ponen un particular matiz afectivo. Una fiesta
típica les está consagrada: el topamiento o tincunaco de padrinos y madrinas,
los dos jueves que anteceden al carnaval. Cuando las circunstancias o los
posibles de las familias lo permiten, el bautismo suscita una celebración
hogareña, pero no es lo más frecuente. En cuanto al nombre que se impone a los
ahijados, está decidido de antemano por el almanaque, pues se acostumbra que
corresponda al santo del día. Como en los calendarios, que pueden consultarse
en el almacén o en la botica, no sólo figuran nombres del santoral, sino
festividades diversas, se producen jocosos malentendidos que han pasado al
anecdotario popular: personas registradas con nombres como “Fiesta Cívica”, “Pentecostés”,
“Difunto” (nacido el 2 de noviembre), “Clera” (femenino de clero), y otros por
el estilo. En Catamarca y La Rioja son famosos ciertos nombres inusitados o
arcaicos como Audifacio, Doril, Cástulo, Leovino, etc.
Correspondiendo al vínculo establecido entre compadres y comadres, el que nace entre padrinos y ahijados es tan estrecho como el de padres e hijos; estos deben a sus padrinos tanto o mas respeto y obediencia que a sus padres y, sobre todo en cuestiones morales y de conducta, los padrinos tienen la primacía del consejo y de la reprimenda. Si por fatalidad el ahijado muriera siendo angelito, la madrina preside el velorio con intervención preponderante y casi exclusiva
Fuente Augusto R. Cortazar, Usos y costumbres, disponible en
http://www.edisalta.ar/usosycostumbres.html